El giro a
la nalga-cultura
Publicado el 10 de julio de 2013
2013. Nuevo Milenio. Siglo XXI. Bitácora
Feminista: La sociedad puertorriqueña se contradice en su evolución social y se
repliega en movimientos involutivos. Aunque hubo progreso en el acceso femenino
a la educación, política y empleo, no podemos ignorar el fracaso en otras
dimensiones. Sus condiciones personales son tan precarias como antes. La
cultura machista se ha re-configurado ahora en una de sexo-cultura que promueve
la ilusión de la sexualidad como panacea divertida sin compromisos ni
consecuencias entre muchos menores de edad.
Por siglos, fuimos cualquier
“cosa” menos un ser con derechos y valor propio. Éramos “cosas” porque la
percepción social generalizada nos definía como objetos, instrumentos, adornos
o estorbos. Esclavizadas, abusadas, violadas, humilladas, asesinadas,… toda
forma de negligencia y maltrato abierto era permisible en ausencia del
reconocimiento de su ciudadanía, personalidad, constitución y
derechos.
Movimientos de lucha social para la reivindicación de la mujer
fueron trabajados por siglos hasta llegar al XX donde finalmente se lograron
importantes cambios que impactaron positivamente nuestra sociedad en asuntos
como el sufragio femenino, derechos laborales, leyes contra la discriminación,
acoso y abuso sexual, derechos de maternidad, educación y el desarrollo como
personas.
Pero algunos fenómenos sociales de este nuevo milenio revelan
procesos confusos que dejan perplejas a muchas. Tras siglos de lucha por
eliminar el abuso sexual de la mujer, ahora resulta que ellas voluntariamente
se colocan de espaldas al hombre para mover sus caderas sobre sus genitales bailando
un perreo de moda que les coloca como tal bajo el registro visual y táctil del
varón. Las cadenciosas bailadoras eróticas, muchas aún sin pleno desarrollo
púbero, alegan que es su voluntad sin comprender las formas sutiles en que la
presión social las lleva a doblegarse públicamente como objetos
sexuales.
Llama la atención cómo la mujer es reducida, anatómica y
psíquicamente, a nalgas, ano y caderas en contactos fortuitos realizados en
bailes donde ella está de espaldas sin contacto visual con un “simulador” de
turno para una fingida penetración anal. Ese intercambio no requiere palabras,
presentaciones, ni contacto de miradas. Es una dramatización que sexualiza la
interacción, indiscriminada y fugaz, sin que medie reconocimiento de otras
dimensiones de los participantes.
Este baile promueve la relación anal, que no
tiene nada de malo entre adultos conscientes y consentidores, como postura
idónea para evitar los embarazos concentrando en el placer sin pasar el trabajo
de mirar la cara de la mujer. Ella mira la pared siendo repetidamente golpeada
por los genitales masculinos mientras el auditorio estimula a porras el baile.
Es una forma de azote gratuito, sexo duro, fetichista, voyerista y
despersonalizado.
Cuando miro los vídeos en la Internet de escolares perreando
no puedo dejar de evocar imágenes de mujeres que públicamente fueron violadas
por amos, capataces y dueños de tierras sin que el hombre tuviera que responder
por sus acciones. Que me perdonen las jóvenes que perrean pero ese referente
histórico asalta mi mente y no me parece entretenido jugar con fuego para luego
lamentarse de ser víctima sexual.
Las luchas feministas se hicieron para
evitar, precisamente, esos desgraciados eventos pero las violaciones sexuales
no se detienen, ni tampoco los feminicidios. La violencia de género ya es un
problema de salud mundial a nivel epidémico según la Organización Mundial de la
Salud (OMS) y Puerto Rico no se queda atrás.
Del viejo feminismo y sus luchas
hemos girado a la nalga-cultura; una filosofía hedonista que subyuga la mujer
tratándole, y dejándose tratar, como perra. No solamente fetichiza el sexo sino
que se le despersonaliza y deshumaniza. Desde los 60’s ya sabíamos que la
liberación sexual, por sí sola, no garantizaba el pleno desarrollo del ser
humano.
¡Qué dirían tantas mujeres violadas y asesinadas del pasado si
pudieran ver esta “modita”! ¡Qué duro es reconocer que el machismo sobrevive y
se disfraza con el nuevo vestido del perreo proclamándose vencedor sobre la
mujer del nuevo milenio manteniéndola como objeto-muñeca, pero ahora gratuita y
voluntaria!
Un
sistema que culpa a la mujer
Por Alma Torres (Socialismo Internacional)
Publicado el 17 de julio de 2013
Quienes luchamos por un mundo distinto tenemos
que combatir de la forma más férrea todas las expresiones sexistas, machistas y
racistas que dividen y afectan la calidad de vida de la clase trabajadora. Eso
significa que rechazamos y nos organizamos contra todas esas expresiones así se
den contra personas de la clase en poder. En la OSI publicamos un comunicado y
preparamos actividades de discusión cuando se hizo un juicio social homofóbico
en contra de uno de los enemigos de la clase trabajadora y de los estudiantes
de la UPR, Roberto Arango. Esas expresiones, en sus diversas manifestaciones,
solo benefician a la clase dominante y al sistema que debería ser señalado como
la principal raíz del problema.
Hoy nos tomamos el tiempo para escribir en
reacción al artículo que se publicó en Claridad y que entendemos fomenta, con
descargas machistas y moralistas, una perspectiva equivocada de cómo ver la
opresión de la mujer y qué políticas nos deben guiar para terminar con ella.
El argumento de Angie Vázquez, la autora del
artículo, es que luego de tanto luchar y de desarrollarse movimientos por los
derechos de la mujer, al final nos hemos ahogado en la orilla porque nosotras
mismas aceptamos de forma “voluntaria y gratuita” que nos humillen, que nos
violen y que esa opresión por género se mantenga como normal en nuestra
sociedad.
Esto se expresa en el propio título del
escrito y la foto que adjuntaron para seguramente llamar la atención del
lector. Lo que hay entre líneas detrás del título, El giro a la nalga
cultura, es la idea de que la cultura ya no es solo sexista sino que ahora
es una cultura en donde la mujer da sus nalgas para someterse a ese sexismo. La
foto está ahí para reforzar el título, con una breve descripción que lee “Del
viejo feminismo y sus luchas hemos girado a la nalga-cultura; una filosofía
hedonista que subyuga a la mujer tratándole, y dejándose tratar, como "perra”.
Con esto nada más, Vázquez asegura que ahora nuestra filosofía (la de las mujeres) es la de suprimir el dolor (entiéndase nuestra opresión) con el
placer (entiéndase el placer sexual).
Aquí hay varios problemas graves. Algo que se
repite de forma constante en el escrito es que se describe la lucha de los 60 y
70 del movimiento por la liberación de la mujer como uno que terminó con la
opresión de la mujer. Eso nos deja ver la visión de feminismo que tiene la
autora, uno que se limita a la inclusión de la mujer en la política pública y
derechos en el centro de trabajo:
Movimientos de lucha social para la reivindicación de la mujer fueron
trabajados por siglos hasta llegar al XX donde finalmente se lograron
importantes cambios que impactaron positivamente nuestra sociedad en asuntos
como el sufragio femenino, derechos laborales, leyes contra la discriminación,
acoso y abuso sexual, derechos de maternidad, educación y el desarrollo como
personas.
Sin duda estas reivindicaciones son de gran
importancia. Pero no fueron y no han sido suficiente para terminar con la
opresión de la mujer hoy, en Puerto Rico y en el mundo entero. El sexismo sigue rampante, la desigualdad
salarial todavía es una realidad, la política pública sigue estando dominada
por un pensamiento machista y sexista y la mujer sigue siendo, en su gran
mayoría, la que carga socialmente con la crianza de los hijos y el cuidado del
hogar.
La opresión en su manifestación más terrible
se refleja en la violencia y los asaltos sexuales contra la mujer. 1 de cada 4
mujeres será victima de violencia domestica y 1 de cada 5 mujeres será violada
en algún momento en su vida. Las estadísticas no son alentadoras, y cualquiera
que ha estado en un grupo de 5 mujeres y ha hecho la pregunta sabe que esos
números no mienten. En uno de los primeros párrafos la autora
describe la lucha por la liberación de la mujer como un antes y después a lo
que vivimos hoy:
Por siglos, fuimos cualquier “cosa” menos un ser con derechos y valor propio.
Éramos “cosas” porque la percepción social generalizada nos definía como
objetos, instrumentos, adornos o estorbos. Esclavizadas, abusadas, violadas,
humilladas, asesinadas…
Al final de su escrito vuelve y se reafirma:
¡Qué dirían tantas mujeres violadas y asesinadas del pasado si pudieran ver
esta “modita”! ¡Qué duro es reconocer que el machismo sobrevive y se disfraza
con el nuevo vestido del perreo proclamándose vencedor sobre la mujer del nuevo
milenio manteniéndola como objeto-muñeca, pero ahora gratuita y voluntaria!
Parecería por lo que describe Vázquez que eso
que pasaba antes ya no es la norma en nuestra sociedad. Que el machismo en
algún momento había dejado de existir. Nos obliga a preguntar. ¿En que parte del
mundo todavía no ocurren esas cosas?
Hace unos días más de 180 mujeres fueron
sexualmente asaltadas en manifestaciones en Egipto. En Puerto Rico violan y
asesinan decenas de mujeres todos los años. La política sigue siendo
predominantemente machista y controlada por hombres y mujeres de clase alta.
Todavía la publicidad nos utiliza para vender su Sprite mientras le
hacemos sexo oral a un chico en el carro.
Recientemente en el estado de Texas se aprobó
una de las leyes más restrictivas en todo Estados Unidos en contra del aborto.
La ley prohíbe tener un aborto luego de 20 semanas de gestación. La ley también
obliga a las clínicas a contar con quirófanos y estar a 40 kilómetros de un
hospital. De las 42 clínicas de terminación de embarazo que existen en Texas
solo 5 cumplen con las obligaciones que impone la ley. Los derechos reproductivos de la mujer están
constantemente bajo ataque. Lo que hay detrás de esto es una agenda clara por
parte del estado que nos quiere recordar que no podemos decidir libremente
sobre nuestros cuerpos. Nuestros cuerpos siguen, de forma social, estando a la
merced del mercado y su publicidad, de las leyes y del machismo. Y claro, parte
del problema social es la adaptación de algunas mujeres a esa realidad.
Son contradicciones provocadas por el mismo sistema en el que vivimos.
El valor de la mujer en esta sociedad se mide
por su atractivo sexual y esa realidad no ha cambiado, al contrario se ha
reforzado. Revistas como Cosmopolitan y tiendas como Victoria’s
Secret definen lo que es “sexy” en nuestra sociedad. En nuestra sociedad a través de la música y el
baile también se manifiesta esa presión social a la que nos exponen. La autora
del escrito al que hacemos referencia enmarca su argumento precisamente en
contra de las jóvenes que bailan el famoso “perreo” y que al hacerlo reproducen
ese rol dictado por la misma sociedad:
Tras siglos de lucha por eliminar el abuso sexual de la mujer, ahora
resulta que ellas voluntariamente se colocan de espaldas al hombre para mover
sus caderas sobre sus genitales bailando un perreo de moda que les coloca como
tal bajo el registro visual y táctil del varón. Las candenciosas bailadoras
eróticas, muchas aún sin pleno desarrollo púbero, alegan que es su voluntad sin comprender las formas sutiles en que la
presión social las lleva a doblegarse públicamente como objetos sexuales.
La autora por primera vez en su texto reconoce
que la presión social empuja a las mujeres a ser objetos sexuales. Pero este
detalle lo menciona de forma superficial, como un comentario poco importante,
para demostrar lo ingenuas que, en opinión de ella, pueden ser estas
jóvenes. En vez de problematizar sobre la sociedad, que según ella misma
reconoce, fomenta la presión social necesaria para que mujeres y hombres nos
comportemos de cierta forma, ella pone sus cañones contra estas jóvenes y le
quita cualquier culpa que podría tener el sistema y la sociedad sexista:
Cuando miro los vídeos en la Internet de escolares perreando no puedo dejar
de evocar imágenes de mujeres que públicamente fueron violadas por amos,
capataces y dueños de tierras sin que el hombre tuviera que responder por sus
acciones. Que me perdonen las jóvenes que perrean pero ese referente histórico
asalta mi mente y no me parece
entretenido jugar con fuego para luego lamentarse de ser víctima sexual.
Pausa, respiro profundo. Mucho coraje me da leer esto de una mujer. Pero luego recuerdo que vivimos
en una sociedad que fomenta esas mismas contradicciones, las mismas que Vázquez
señala pero de las cuales ella evidentemente no escapa. Así llega a concluir que
la opresión, en su forma más asquerosa (la violación y el abuso sexual) se
justifica.
[…]
Bajo esa misma premisa se ha justificado
históricamente las violaciones y abusos contra otros sectores marginados como
es el caso de miembros de la comunidad LGBT. En
2009 el joven Jorge Steven López Mercado murió asesinado y decapitado
por otro hombre. En la prensa el tema de su asesinato giró en torno a sugerir
que el chico se prostituía y que de alguna forma se buscó que lo mataran
Los abusos sexuales contra la mujer, o contra
cualquier persona de otro género o preferencia sexual, deben ser inaceptables.
Nada justifica que te violen. Nada justifica que sin tu consentimiento te
toquen con malicia. Aunque la consigna dice “No significa No”, algunas
violaciones y ataques sexuales se dan incluso cuando las victimas están
inconscientes y no pueden escapar de la situación.
En 2011 un caso espantoso que salió a la luz
pública fue el de una chica de 16 años que fue violada por un grupo de jóvenes
futbolistas en una fiesta. El caso sucedió en la ciudad de Steubenville en el
estado de Ohio, en Estados Unidos. La joven fue violada y asquerosamente
maltratada siendo orinada por los jóvenes. La violación se dio con la chica
borracha e inconsciente. Eso se prestó para argumentar que de alguna forma la
joven se había buscado ser abusada por ponerse en una situación complicada. Lo
que permitió que se encontrara culpables a dos de los jóvenes que participaron
de la violación fue un video que circuló el grupo Anonymous que mostraba a los
jóvenes burlándose y describiendo lo que le hicieron a la joven.
Las violaciones y el abuso sexual a la mujer
son cosa seria y no me parece “entretenido” argumentar que de alguna forma las
mujeres o cualquier otro sector oprimido se busca los ataques en su contra. Si las feministas y socialistas asumimos que
la raíz del problema de la opresión de la mujer es culpa de la mujer, nunca
podremos cambiar nuestras vidas y el fin de nuestra opresión estará cada vez
más lejos de nuestra realidad. Por eso tenemos que combatir la idea detrás de
lo que plantea el escrito de Vázquez y todos los momentos en que esa idea
se manifiesta en nuestra sociedad de diversas formas. El sistema busca que nos
culpemos, que nos torturemos mentalmente pensando que quizás nos buscamos ser
atacadas.
En Puerto Rico, hace dos años conocimos sobre
el caso de Keyshla Maya Figueroa, una joven negra de clase trabajadora que se
defendió con una piedra ante una violación causando la muerte de un hombre de
54 años. Keyshla fue metida casi al instante en la cárcel de las mujeres de
Vega Alta, siendo una menor de 17 años. Trataron de acusarla de asesinato en
primer grado y por violación a la ley de armas, para su libertad le impusieron
una fianza de $100,000 dólares. Días más tarde, la prensa publicó que la joven
había sido violada a los 15 años y nunca se procesó al culpable, así como
tampoco se le brindó ayuda psicológica a la joven, incluso se le culpó a ella y
a su familia por ser “negligentes” en las gestiones de buscar ayuda. La fiscal
que llevaba el caso en contra de Keyshla, argumentó que no habían los elementos
necesarios para un delito de agresión sexual, ni siquiera la tentativa. Además,
cuestionó porqué Keyshla se había ido al río con el hombre, tratando de
plantear que de alguna forma ella se lo buscó. Ante la pregunta de si el caso
pudiera caer bajo “actos lascivos” dijo “pudiera ser”, con cara de incrédula.
Además, la fiscal se atrevió a sugerir alternativas que pudo haber tomado
Keyshla ante la posible violación como “correr y pedir ayuda”.
Luego de varios meses el caso de Keyshla fue
movido al Tribunal de Menores y los cargos cambiaron a asesinato en segundo
grado. Keyshla tuvo que ser recluida en el Hospital Panamericano por una crisis
emocional que sufrió. Así como Keyshla hay muchas jóvenes y mujeres que ante
una violación se defienden y de todas formas pasan al escrutinio público de la
sociedad. […]
Si queremos terminar con la opresión de la
mujer tenemos que comenzar por señalar al sistema culpable de su opresión. Hay
que levantar conciencia de género, entre mujeres y hombres, eso implica, sí, hacer
las leyes inclusivas, darle apertura a la diversidad sexual, no moralizar sobre
el sexo entre jóvenes o adultos, la educación sexual tiene que ser una prioridad.
Pero sobre todo, el mensaje tiene que ser de rechazo a todas las formas y
maneras en que se trate de justificar la opresión. Así vengan del estado, de la
iglesia o de un periódico de izquierda.
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