lunes, 30 de septiembre de 2013

Temen crisis humanitaria por "desnacionalización"



 Escrito por: EZEQUIEL ABIU LÓPEZ

Publicado en Hoy digital, 27 de septiembre de 2013

AP. Expertos dijeron que la decisión del Tribunal Constitucional dominicano de despojar de nacionalidad a miles de hijos de haitianos nacidos en República Dominicana podría crear una crisis humanitaria que abre la puerta para que miles de personas sean deportados y objetos de discriminación.   
El fallo, dado a conocer el jueves, es inapelable y le concede a la Junta Central Electoral un año de plazo para elaborar una lista de personas nacidas después de 1929 a las que se les quitará la nacionalidad dominicana.   
La medida abarca a los haitianos traídos al país, en su mayoría, como trabajadores agrícolas después de 1929 y a sus descendientes pues según la constitución, promulgada en 2010, y a una ley de migración de 2004, los hijos de inmigrantes sin autorización legal para vivir en el país no pueden ser considerados dominicanos debido a que a sus padres ahora se les considera extranjeros “en tránsito”.   
Muchos de los afectados por la medida “ahora son apátridas”, dijo Wade McMullen, abogado del Centro Robert F. Kennedy para la Justicia y los Derechos Humanos.
“Realmente no sabemos qué va a pasar con esta gente. Con base a lo que el gobierno dominicano está diciendo, estas personas no son ciudadanos dominicanos y tendrían que salir efectivamente rumbo a Haití, donde, además, no son ciudadanos. Crea una situación muy complicada”.   
El viernes Roberto Rosario, presidente de la Junta Central Electoral, dijo que “no se les niega el derecho a la nacionalidad, sino que les da la oportunidad de acceder a la nacionalidad y regularizarse mediante el plan nacional de regularización” Pero ni Rosario ni la junta ni la dirección de Migración dieron detalles sobre cómo se adelantaría la medida.   
José Ricardo Taveras, director de Migración, aseguró en un comunicado que una vez creado el inventario de descendientes de inmigrantes ilegales y puesto en marcha el eventual plan de regularización, “no debe pasar de dos años” para que los afectados se hayan legalizado.  
El plan nacional de regularización de ilegales, previsto en la ley de 2004, aún no existe y el director de Migración, José Ricardo Taveras, miembro de un partido nacionalista cuyos líderes mantienen desde hace décadas un discurso sobre la supuesta “haitianización” del país, no detalló si existe un proyecto para crearlo.
No existen cifras sobre la cantidad exacta de personas que serían afectadas pero el viernes Joseph Cherubin, presidente de una organización no gubernamental de defensa de derechos de los inmigrantes, cree que pueden ser unas 300.000 personas las afectadas, con base en una reciente encuesta que estima que 210.000 personas de origen dominicano son de ascendencia haitiana y otros 34.000 son nacidos de padres que tienen otra nacionalidad.   
Este estudio es respaldado por la ONU.  La organización no gubernamental Centro Bonó estima que los afectados son cientos de miles; unas cuatro generaciones de afectados.
Antes de la promulgación de esa ley y la nueva Constitución, estas personas eran consideradas dominicanas y sus actas de nacimiento y documentos de identidad les eran expedidos.   
Pero desde 2007, el registro civil suspendió la expedición de cédulas y dejó de emitir las copias certificadas de las actas de nacimiento de estas personas por considerar a sus padres o abuelos, como extranjeros en tránsito, no podían declarar como dominicanos a sus hijos.   
Estas personas nacieron en las décadas de los 70, 80 y 90 en el país. De acuerdo con estadísticas oficiales, la Junta Central Electoral tiene bajo investigación unas 16.000 actas de nacimiento de las últimas décadas y se ha negado a expedir documentos de identidad a unas 40.000 personas desde 2007.   
La Iniciativa de Justicia de la organización estadounidense Open Society “está impactada y profundamente preocupada”, dijo Julia Harrington, funcionaria de asuntos legales para la igualdad y ciudadanía.   
“Uno siente que eso va a llegar, que en cualquier momento me detienen (los agentes migratorios) y me mandan a Haití”, dijo Elmo Bida Joseph, estudiante de 21 años a quien las autoridades no le expidieron un documento de identidad y anularon una copia certificada de su acta de nacimiento debido a que es hijo de inmigrantes haitianos.   
Cientos de dominicanos de ascendencia haitiana también han sido deportados por carecer de documentos de identidad, recordó Altagracia Jean, activista de la organización que preside Cherubin y a quien la Junta Central Electoral le negó sus documentos durante cinco años.   
Las autoridades migratorias realizan operativos permanentemente en las calles de sus ciudades y detienen y deportan a haitianos que cruzan la frontera, sin permiso migratorio, en busca de trabajo.  
“Uno está en la calle y sólo por el color de piel un agente le pide documentos”, dijo Jean. Tras la decisión del tribunal “no sé qué va a pasar conmigo, si me van a volver a retener” el acta de nacimiento.   
Los agentes de inmigración usualmente echan mano de los rasgos faciales y el color más oscuro de piel de los haitianos para identificarlos y pedirles que muestren sus documentos migratorios, según la organización Servicio Jesuita para Refugiados y Migrantes.  
Las fuerzas armadas también mantienen operativos permanentes para detener el constante flujo de haitianos que cruzan la frontera sin permiso. Desde agosto de 2012, el Ejército ha detenido y repatriado cerca la frontera a unos 48.000 inmigrantes haitianos, indicó el viernes el jefe de esa institución, Rubén Darío Paulino.   
“Vi todos mis sueños rotos”, se lamentó Bida Joseph, quien por falta de esos documentos no pudo inscribirse en una academia de béisbol. “Que de pronto te digan que no, que no eres dominicano; es muy frustrante”.  
El joven nacido en un “batey”, como se conoce a los pueblos dentro de los cañaverales habitados principalmente por inmigrantes haitianos y sus descendientes, no habla creole ni francés y nunca ha viajado Haití.  
Como carecía de su documento de identidad, perdió hace un año su trabajo como técnico de cámaras de seguridad y está en riesgo de abandonar sus estudios de ingeniería industrial, ya que el plazo que la otorgó la universidad para presentar sus documentos está por vencer.
David Abraham, profesor de derecho en la Universidad de Miami, dijo que la medida era parte de una campaña mayor para impedir el ingreso de haitianos y alentar la auto deportación de quienes ya se encuentran en el país.   
“El miedo de la República Dominicana de ser rebajada al nivel económico de Haití y el `ennegrecimiento’ del país obsesionan a los políticos dominicanos desde hace bastante más de un siglo”, dijo Abraham en alusión a las diferencias raciales y al hecho de que Haití es uno de los países más pobres del mundo.   
La abrumadora mayoría de los haitianos son negros mientras que los dominicanos son mestizos.  La oficina del primer ministro haitiano Laurent Lamothe se negó a hacer declaraciones sobre el fallo. 
El Tribunal Constitucional argumentó que no deja sin patria a los miles de afectados, ya que la constitución haitiana otorga la nacionalidad de ese país a todos los descendientes de haitianos sin importar el lugar donde nazcan.  
Pero para la jueza de ese tribunal, Katia Miguelina Jiménez, quien votó en contra de la sentencia, aprobada con el voto de 11 de sus 13 jueces, el fallo deja “desprovista de la nacionalidad dominicana, deviniendo en apátrida (...) a miles de personas que nacieron en suelo dominicano”.  
“Es un absurdo; ahora resulta que el gobierno dominicano le quiere dar la nacionalidad de otro país (Haití) a gente nacida en su territorio”, dijo el activista Cherubin.   
Durante décadas, miles de inmigrantes del vecino Haití fueron llevados a trabajar a los cañaverales dominicanos de capital estadounidense, donde permanecieron el resto de sus vidas y formaron sus familias. Sus descendientes nacidos en República Dominicana eran reconocidos por las autoridades como dominicanos, con base en las leyes vigentes en ese momento. 
Según una reciente encuesta del Ministerio de Economía, en República Dominicana viven unos 458.000 inmigrantes haitianos y que la población de origen haitiana es superior a 688.000, es decir, poco menos del 10% de la población del país. 
El fallo del tribunal “abre las puertas para resolver definitivamente un problema que mantiene una herida abierta en la sociedad dominicana”, dijo el viernes Taveras, el director de inmigración.
Pero para el activista Cherubin la decisión del tribunal y de la Junta Central Electoral no es más que “una persecución” en contra de los descendientes de haitianos. 
Martha Cuba Bautista, nacida en 1979 en República Dominicana de padres haitianos dijo que pese a tener acta de nacimiento y cédula dominicana no ha podido registrar el nacimiento de su hija debido a su ascendencia haitiana.
La decisión del tribunal fue difundida sólo días después de que los representantes de la ONU y ACNUR se reunieran el pasado 13 de septiembre con el presidente Danilo Medina para solicitarle su intervención a fin de solucionar la situación de las miles de personas a quienes la Junta Central Electoral les niega sus documentos.
Medina, quien nunca se ha referido públicamente al tema, indicó que no podía intervenir porque la decisión estaba en manos de otro poder del Estado. 
“Es un genocidio civil”, de acuerdo con el abogado Cristóbal Rodríguez, quien encabezó uno de los dos procesos judiciales de dominicanos de ascendencia haitiana a quien las autoridades le niegan la nacionalidad que han llegado a Corte Interamericana de Derechos Humanos.  
 Recordó que no se trata de darles el derecho a obtener la nacionalidad, pues “han sido dominicanos toda su vida

Un pueblo desangrado por la emigración



Por José A. Delgado ( publicado en el Nuevo día, 29 de septiembre de 2013)

WASHINGTON – Las proyecciones son tan indisputables como alarmantes: el  alto éxodo de puertorriqueños hacia Estados Unidos,  solo comparable con la gran emigración de mediados del pasado siglo, es la nueva norma.
La emigración hacia Estados Unidos ha ido en aumento desde la década de 1980, pero en los últimos años, sobre todo a partir de 2006 -cuando la economía boricua entró en recesión-, ha subido a cifras inesperadas. En 2003, la diáspora boricua en Estados Unidos  estaba formada por el mismo número de personas que el total de habitantes de la isla: 3.8 millones. Esto marcó, de por sí, un momento histórico.
Hoy, 10 años después, sin embargo, parece noticia de otro siglo, cuando se toma en cuenta que ahora cerca del 60% de las personas que afirman su origen puertorriqueño tiene su domicilio en un estado de Estados Unidos.
Los datos más recientes de la Encuesta de la Comunidad del Censo federal señalan que en 2012 las personas de origen boricua en Estados Unidos sumaban 4.97 millones, frente a 3.67 millones de personas que viven en la Isla. Si se excluye a los extranjeros, la población la Isla queda en 3.51 millones, prácticamente 1.5 millones menos que los que se identifican como boricuas en Estados Unidos.
En la última década la diáspora creció en un 35%. En ese mismo período de tiempo el aumento de la población en Estados Unidos fue de 9.7%.
La masiva emigración hacia  Estados Unidos ha avivado el debate sobre los múltiples efectos de esto en la isla, con la población disminuyendo y envejeciendo. La única otra jurisdicción federal que perdió población durante la década de 2001 a 2010 fue Michigan, un estado que también ha estado sumido en una dura crisis económica.
“Si el patrón continúa, al terminar esta década es probable que dos tercios de los puertorriqueños residan en Estados Unidos”, dijo el profesor Edwin Meléndez, director del Centro de Estudios Puertorriqueños del Hunter College de Nueva York.
La emigración a Estados Unidos se masificó en la década de 1940 y subió a su nivel más alto en los '50. Después de haberse reducido en los '70, lleva tres décadas de continuo crecimiento. Pero, hacía medio siglo que no se veía un salto como en la década anterior cuando cerca de medio millón de personas se fueron al Norte.
Para muchos padres ya no es extraño tener a la mayor parte de sus hijos en Estados Unidos, como consecuencia de la realidad de un país que, como ninguno otro en esta región, tiene más personas en la diáspora que en su territorio.
Desde hace dos décadas, Myriam Soto, de San Juan, tiene a sus tres hijos en Estados Unidos, dos ahora radicados en Florida y una en la zona de Washington D.C. Aunque le traen a los nietos a la Isla, Soto les visita periódicamente. “Los nietos saben que abuelita va a verlos cada cierto tiempo”, indicó Soto, jubilada desde hace 13 años de la Corporación del Fondo del Seguro del Estado.
No ha contemplado, sin embargo, brincar el charco.  “Tengo mis cosas y mi rutina en Puerto Rico”, dijo Soto.
Roger Rodríguez y Luz Roche, de Villalba, vieron con tristeza como a finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000, sus tres hijos decidían buscar nuevas oportunidades económicas en Estados Unidos. “Cuando se fue la primera, hace unos 15 años me dio mucha pena. Entonces cuidaba a mi primer nieto. Cuando se fue el más pequeño, el último, sí que me dio mucho dolor, pues no pensaba que se iba a ir”, dijo Roche.
Por lo menos una vez al año van a Nueva Jersey y Maryland a ver a sus hijos y nietos.  “Cuando me da un bajón de nietos mando a buscar alguno”, contó Roche, quien narró que cada vez que vuelve a ver a sus hijos se le ilumina la vida, pero sufre inmensamente en el momento de la nueva despedida.
 Un desplazamiento que no cesa
Las proyecciones del Censo federal son que la población de Puerto Rico descenderá a 2.3 millones en 2050, el mismo número de habitantes que había en 1950, justo un siglo antes. A un plazo más corto, 2025, los estimados del Censo federal son que la población quede en 3.38 millones.
“Los comienzos de esta década parecen una continuación de la anteriores, pues en todo caso la emigración pudiera intensificarse debido a la situación económica en Puerto Rico”, indicó el antropólogo Jorge Duany, profesor de la Universidad Internacional de Florida.
No fue hasta mediado de la pasada década que la oficina del Censo federal, por medio de la Encuesta de la Comunidad, comenzó a ofrecer las herramientas para  ordenar mejor el conteo sobre el total de personas que dejan la Isla para radicarse en Estados Unidos.
A base de los datos de la Encuesta de la Comunidad del Censo federal y el movimiento de pasajeros que registra la Autoridad de Puertos, el Instituto de  Estadísticas de Puerto Rico ha calculado que el total de emigrantes durante la pasada década pudo rondar los 450,000.
De esos más de la mitad salió de la Isla a partir de 2006, cuando la isla entró en una recesión económica que aún le mantiene dando tumbos, expiró la sección 936 del Código de Rentas Internas y la crisis política interna generó un cierre de dos semanas del gobierno de la Isla.
Para poder explicar que la brecha en la población de Puerto Rico y los que residen en Estados Unidos haya llegado a ser de 1.3 millones, los conocedores consideran que, junto a la caída en la tasa de natalidad, hay que partir de la premisa de que medio millón de boricuas se marchó de Puerto Rico entre 2001 y 2010. Nada ha cambiado desde entonces, como lo reflejan los nuevos datos de la Encuesta de la Comunidad, que indican que la emigración neta fue de más de 54,000 personas en 2012.
 La “guagua aérea” hacia Florida
Durante las últimas dos décadas, la ruta principal de la guagua aérea boricua ha sido hacia el estado de Florida. El primer gran salto en el éxodo hacia Florida ocurrió durante la década de 1990 a 2000. Pero, de 2001 a 2010 el total prácticamente se duplicó, hasta alcanzar los 850,000.
Los nuevos estimados del Censo federal indican que la población boricua de Florida ahora alcanza las 912,595 personas. Las expectativas son que en el 2020, al terminar esta década, haya más boricuas en Florida que en Nueva York, un estado en el que viven 1.1 millones de personas que afirman su origen puertorriqueño.
Las decenas de miles de personas que se van cada año en busca de un trabajo o una oportunidad para avanzar económicamente son también un testamento de tenacidad.  “Hacen lo que haya que hacer por sobrevivir y encontrar trabajo. Toda esa experiencia choca con la idea de algunos de que somos vagos”, dijo Meléndez.
En un análisis que publica el Centro de Estudios Puertorriqueños, el investigador Kurt Birson sostiene que a pesar de que muchos de los boricuas que se mudan a Estados Unidos salen en busca de un mejor trabajo, no siempre se les hace fácil.
De acuerdo al estudio, los puertorriqueños que emigraron entre 2000 y 2011 “estaban desempleados a una tasa de 24.6%”, en comparación con la tasa de 17.2% que había en la Isla hace dos años. Junto a los dominicanos y mexicanos, la diáspora boricua es el tercer grupo con el mayor porcentaje (28%) de personas bajo el nivel de pobreza, solo por encima de los  hondureños (33%) y guatemaltecos (29%).
 “Fuga de talento”
En términos proporcionales, la ‘fuga’ de profesionales y jóvenes con educación universitaria no es lo proporcionalmente gigantesca a la impresión que en ocasiones se ha proyectado.
Pero, ello no supone que sea menos preocupante. Los datos de la Encuesta de la Comunidad  del Censo federal– entre los años 2000 y 2011 – señalan que la emigración boricua hacia Estados Unidos ha sido representativa del perfil socioeconómico de la Isla.
Cierto que el 45% de los que tomaron la guagua aérea tenían estudios universitarios, pero el porcentaje no es muy distinto a los que se quedaron (43%), según el análisis de Birson. El 20% de los que salieron tenían bachillerato o una maestría. Pero, el porcentaje (22) de los graduados de bachillerato o maestría es más alto entre los que se quedaron.
Estos datos, sin embargo, no minimizan el hecho de que Puerto Rico pierde cada año muchos jóvenes profesionales en las áreas de ingeniería, medicina, ciencias y educación. En su estudio “Perfil del Migrante”, el Instituto de Estadísticas mantuvo que entre los poco más de 76,000 personas que se fueron de la Isla en 2011, pudo haber cerca de 2,000 maestros, 300 médicos y 170 abogados.
La mediana de edad de los emigrantes fue de 29.2 años. “No es que los que salen tienen mayor educación formal, es que ahora hay más jóvenes profesionales en Puerto Rico. Eso se refleja también en la emigración”, dijo Meléndez.
Muchos de los que están en Florida central se fueron a ocupar puestos de trabajo en área de servicio en Disney World. Florida ha sido también el destino de muchos ingenieros que trabajan para la NASA en Cabo Cañaveral.
Grupos significativos de ingenieros boricuas también han terminado en Texas y la zona de Washington, atraídos tanto por la NASA, otros sectores del Gobierno,  empresas tecnológicas e industriales.
“Los puertorriqueños en Florida tienen más ingresos, mayor ocupación y niveles educativos más altos que los de otros estados como Nueva York, Pensilvania y Massachusetts”, expresó Duany.
 “Me tuve que ir”
A los 46 años, Carlos Hernández, un ingeniero mecánico, aceptó un trabajo como empleado civil de la Marina de Guerra en Nuevo Hampshire. La empresa de construcción de su padre, donde trabajaba, enfrentaba problemas. Era 2011, un año que Hernández quisiera olvidar, y el sector de la construcción en la Isla tocaba fondo.
“Llevaba dos años prácticamente viviendo de mis ahorros y pagando $2,000 mensuales por un colegio privado de educación especial para uno de mis tres hijos. Me tuve que ir”, señaló Hernández, quien ahora, con base en Jacksonville (Florida), es gerente de programas a cargo de rehabilitar los sistemas de aire acondicionado de los edificios de la Marina.
El director del Instituto de Estadísticas, Mario Marazzi, afirmó que para un país pequeño como Puerto Rico, “que no es un centro mundial”, tiene una significativa importancia el que “la crema de nuestra población, como los ingenieros que se gradúan del RUM, sean atraídos por trabajos en Estados Unidos y no se queden en la Isla”.
 Una población que envejece
En 2012, la población de 65 años o más en Puerto Rico representaba el 15.6% de todos los habitantes de la Isla, en comparación con 11.2% en el 2000.  “Mientras la población total se redujo en 3.8%, entre el 2000 y 2012, la población de 65 años o más aumentó en 36.1%”, agregó Marazzi.
Si se toma en cuenta la población de 60 años o más, el porcentaje salta a casi el 22%. Las proyecciones son que el porcentaje de personas de 60 años o más puede duplicarse de cara a 2050.
El envejecimiento de la población de la Isla, sobre todo en un país con una participación laboral muy baja (39%), encara retos importantes para la forma en que el Gobierno ofrece servicios de transportación, educación, salud y vivienda.
Mientras más envejece proporcionalmente una población menos productiva es y, para rematar la crisis fiscal, menos aporta al erario público.