domingo, 23 de enero de 2011

“Identidades de género. Múltiples nombres en lucha por la diferencia”

Por Karina Maestrojuan

Travestis, transexuales, transgénero, lesbianas, gays, bisexuales, intersexuales. Cada una de estas categorías designa una forma propia, modos de ser y estar en el mundo.

Es importante conocer y respetar las elecciones que cada quien hace, basadas en la libertad y la democracia. Para delinear la recuperación y el respeto por la diferencia -sin dejar de lado los puntos de encuentro- la propuesta es hacer un breve recorrido por las diversas identidades de género. ¿Qué se entiende por cada uno de estos cuerpos simbólicos?

La noción de género

La palabra género tiene muchos sentidos posibles: puede referir a géneros literarios o discursivos, hablar de un “tipo o especie” o indicar una referencia gramatical para distinguir entre lo masculino y lo femenino.

La idea es problematizar y pensar al concepto de género como algo relacional. En primer lugar, cabe pensar la relación entre los sexos y la diferencia que implica haber nacido varón o mujer, desde el punto de vista biológico.

En segundo lugar, se puede pensar en la construcción cultural que hace que exista esa diferencia y que le otorgue determinados atributos a uno y otro sexo.

A esta construcción cultural, la llamaremos género. Ella, hace que exista una distinción entre actividades, espacios y consumos ligados a lo femenino y otros diferentes y exclusivos que refieren a lo masculino.

Estas construcciones deben analizarse para aprehender que ninguna actividad, espacio o consumo es excluyente para ninguno de los géneros y que todos pueden realizar las tareas que otros realizan. La educación que comparte la sociedad está inmersa en construcciones de sentido común, que discriminan e indican los caminos deseables o esperables que se deben tomar de acuerdo con el dato biológico-sexual con el que se nace.

Nombrarse o ser nombrado gay como tal se refiere a personas atraídas sexual o amorosamente, por gente de su mismo sexo. Son homosexuales, especialmente varones, aunque muchas veces, también se asigna así a las mujeres en igual elección.

Ser gay: A fines de la década del ´60, el Movimiento de Liberación Gay inauguró su ideología política de visibilidad con el lema “out of the closet and into the streets” -salir del armario y volcarse a las calles-.

Esta lucha logró que la homosexualidad ya no fuera considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud en el año 1974.

Ser lesbiana: El termino lesbiana es adoptado por las mujeres homosexuales como signo de género, identidad y diferencia sexual. Muchas mujeres lo prefieren a “gays” para diferenciarse de los varones homosexuales.Entonces, las lesbianas son aquellas mujeres que tienen una atracción sexual por gente de su mismo sexo.

Ser travesti: Travestis son las personas que usan ropa y/o maquillaje del sexo opuesto con el fin de expresar su propia identidad.Puede tratarse tanto de mujeres que visten como hombres como de hombres que visten como mujeres.Su orientación sexual puede ser hetero u homosexual, pero no reniegan de sus genitales.

Ser transexual: La palabra transexual se refiere a personas que sienten que nacieron con el sexo equivocado, ya sean pre operados/das (“trans” deviene de “tránsito”, “haciendo camino”), pos operados/as (aquellas/os que llevaron adelante su demanda del derecho a modificar su cuerpo a su voluntad) o no operados/as.

Los transexuales, entonces, pueden ser personas que se sienten del otro sexo y adoptan sus atuendos y comportamientos -sin necesariamente haber pasado por la operación de cambio de sexo- en busca de una identidad acorde con sus sentimientos y deseos y/o personas que mediante tratamiento hormonal e intervención quirúrgica adquieren los caracteres sexuales del sexo opuesto.

Ser bisexual: El término bisexual hace referencia a personas que alternan las prácticas homosexuales con las heterosexuales y no sienten rechazo por sus genitales.

Ser intersexual: Los conocidos como intersexuales son personas que poseen, en grados variables, caracteres sexuales de ambos sexos (hombre y mujer), por lo cual los recién nacidos muestran una ambigüedad genital.

En el pasado se los llamó “hermafroditas”.La lucha política de los intersexuales es criticar la práctica médica de aplicar cirugía “correctiva” ( cuyas consecuencias pueden ser problemáticas o riesgosas) inmediata a los niños recién nacidos con genitales ambiguos. Fomentan procesos centralizados en el tratamiento psicológico para los pacientes, sus familiares y personas más cercanas. El movimiento político de los intersexuales reivindica el derecho a elegir la propia identidad y el propio cuerpo.

Ser transgénero: Transgénero es un término que agrupa a aquellas personas cuya expresión o identidad de género difiere de las expectativas convencionales del sexo físico (travestis, transexuales, intersexuales).

Construcciones sociales

La noción de género postula la construcción social que implica el ser heterosexual, homosexual o transgénero. Sólo visualizando esta construcción es posible preguntarse porqué determinadas "opciones" de identidad sexual son más estigmatizadas que otras, cuál establece la "normativa oficial" y qué tipo de relaciones se tejen entre aquellas y aquellos que están fuera de la sexualidad hegemónica.

" 365 días" Por Amárilis Pagán Jiménez

Hombre, blanco, norteamericano, heterosexual, rico. ¿Qué día del año se conmemoran las luchas, logros y reivindicaciones de derechos de este grupo? No hacen falta días conmemorativos o marchas de concienciación para redimir los derechos de quienes están ya, por puro azar genético o socio-político en la cima del mundo. Sin embargo, sí tenemos que conmemorar, a veces con mucho dolor y con mucho esfuerzo, el día de las mujeres trabajadoras, el día de la abolición de la esclavitud, el día de los trabajadores y hasta el día de orgullo gay. ¿Qué tienen en común todas esas conmemoraciones y manifestaciones? Tienen en común el hecho de que existen por la necesidad de estas minorías de reafirmar su existencia y su derecho a vivir una vida justa, de equidad y de paz.

Pero, ¿son minorías realmente las mujeres, los negros, los trabajadores y los homosexuales? Sólo lo son en términos de apreciación pública, en términos del reconocimiento que el resto de la sociedad otorga a sus existencias, a su capacidad de desarrollo y a sus derechos humanos. Se les considera minorías porque se salen de la reglita del “hombre, blanco, norteamericano, heterosexual y rico”. Sin embargo, hay que decir alto y claro que en este país latinoamericano, mulato y tercermundista casi el 100% de la población cualifica para estar clasificada en al menos en una de estas minorías…
De todas ellas, y de otras minorías que no estoy mencionando en esta columna, la que es más atacada, más estigmatizada y aún más odiada, es de la de los homosexuales y todo el resto de la comunidad lésbica, bisexual y transexual. Irónicamente, si se pertenece a este sector de nuestra sociedad de nada vale tener los demás santos y señas de la mayoría blanca ya mencionada.

Cada mes de junio en Puerto Rico se celebra la parada “Orgullo gay”. Ese día, como siempre, la prensa cubrirá la manifestación, entrevistará marchantes y espectadores y comentará cómo ese día en específico, nuestras avenidas se ven inundadas de personas de diversas orientaciones sexuales. Esa misma prensa comentará cómo se abrazan y besan, se toman de la mano para marchar y cómo tratan de que el país entienda que el amor nunca es malo y que los seres humanos tienen la capacidad infinita de crear un mundo de justicia para todas y todos. Ese día, muchos y muchas marchantes de la comunidad LGBT llegarán a sus casas y se preguntarán, como se preguntarán muchos otros que no marcharon, por qué no pueden abrazar y besar a sus parejas en público el resto de los 365 días del año. Se mirarán en el espejo y se dirán con asombro que realmente no se sienten criminales ni seres que ameriten permanecer escondidos de la luz del dios en el que cada cual cree. Mirarán con amor a su compañera o compañero y no podrán evitar sentir una mezcla de desasosiego y de coraje ante la certeza de que en el estado actual de nuestras leyes no existe la posibilidad de vivir su amor desde una unión legal que les garantice la protección de la cual gozan las parejas casadas de heterosexuales.

Un día, de los 365 que tiene el año, no es suficiente para quienes son seres humanos todos los días y no sólo uno. Un día para vivir el amor en libertad no es suficiente para quien ama y vive desde ese amor cada momento de su vida y cada uno de sus actos. Para ser libres, respetados y respetadas, validados como seres humanos y humanas no hay limitación que se justifique y que pueda avasallar la ingente capacidad evolutiva de nuestra raza humana. La justicia y la equidad nos esperan al final del camino. La marcha es para los 365 días del año y uno más

¿Todo cuento es un cuento chino? Por Gabriel García Márquez

Escribir una novela es pegar ladrillos. Escribir un cuento es vaciar en concreto. No sé de quién es esa frase certera. La he escuchado y repetido desde hace tanto tiempo sin que nadie la reclame, que a lo mejor termino creyendo que es mía. Hay otra comparación que es pariente pobre de la anterior: el cuento es una flecha en el centro del blanco y la novela es cazar conejos. En todo caso esta pregunta del lector ofrece una buena ocasión para dar vueltas una vez más, como siempre, sobre las diferencias de dos géneros literarios distintos y sin embargo confundibles. Una razón de eso puede ser el despiste de atribuirle las diferencias a la longitud del texto, con distinciones de géneros entre cuento corto y cuento largo. La diferencia es válida entre un cuento y otro, pero no entre cuento y novela.

El cuento más corto que conozco es del guatemalteco Augusto Monterroso, reciente premio Príncipe de Asturias. Dice así: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".

Nada más. Hay otro de Las Mil y una Noches, cuyo texto no tengo a la mano, y que me produce retortijones de envidia. Es el cuento de un pescador que le pide prestado un plomo para su red a la mujer de otro pescador, con la promesa de regalarle a cambio el primer pescado que saque, y cuando ella lo recibe y lo abre para freírlo le encuentra en el estómago un diamante del tamaño de una almendra.

Más que el cuento mismo alucinante por su sencillez, éste me interesa ahora porque plantea otro de los misterios del género: si la que presta el plomo no fuera una mujer sino otro hombre, el cuento perdería su encanto: no existiría. ¿Por qué? ¡Quién sabe! Un misterio más de un género misterioso por excelencia.

Las Novelas Ejemplares de Cervantes son de veras ejemplares, pero algunas no son novelas. En cambio Joseph Conrad escribió Los Duelistas, un cuento también ejemplar con más de ciento veinte páginas, que suele confundirse con una novela por su longitud. El director Ridley Scott lo convirtió en una película excelente sin alterar su identidad de cuento. Lo tonto a estas alturas sería preguntarnos si a Conrad le habría importado un pito que lo confundieran.

La intensidad y la unidad interna son esenciales en un cuento y no tanto en la novela, que por fortuna tiene otros recursos para convencer. Por lo mismo, cuando uno acaba de leer un cuento puede imaginarse lo que se le ocurra del antes y el después, y todo eso seguirá siendo parte de la materia y la magia de lo que leyó. La novela, en cambio, debe llevar todo dentro. Podría decirse, sin tirar la toalla, que la diferencia en última instancia podría ser tan subjetiva como tantas bellezas de la vida real.

Buenos ejemplos de cuentos compactos e intensos son dos joyas del género: La Pata de Mono, de W.W. Jacobs, y El Hombre en la Calle, de Georges Simenon. El cuento policiaco, en su mundo aparte, sobrevive sin ser invitado porque la mayoría de sus adictos se interesan más en la trama que en el misterio. Salvo en el muy antiguo y nunca superado Edipo Rey, de Sófocles, un drama griego que tiene la unidad y la tensión de un cuento, en el cual el detective descubre que él mismo es el asesino de su padre.

El cuento parece ser el género natural de la humanidad por su incorporación espontánea a la vida cotidiana. Tal vez lo inventó sin saberlo el primer hombre de las cavernas que salió a cazar una tarde y no regresó hasta el día siguiente con la excusa de haber librado un combate a muerte con una fiera enloquecida por el hambre. En cambio, lo que hizo su mujer cuando se dio cuenta de que el heroísmo de su hombre no era más que un cuento chino pudo ser la primera y quizás la novela más larga del siglo de piedra.

No sé qué decir sobre la suposición de que el cuento sea una pausa de refresco entre dos novelas, pero podría ser una especulación teórica que nada tiene que ver con mis experiencias de escritor. Tanteando en las tinieblas me atrevería a pensar que no son pocos los escritores que han intentado los dos géneros al mismo tiempo y no muchas veces con la misma fortuna en ambos. Es el caso de William Somerset Maugham, cuyas obras -como las de Hemingway- son más conocidas por el cine. Entre sus cuentos numerosos no se puede olvidar P&O -siglas de la compañía de navegación Pacific and Orient- que es el drama terrible y patético de un rico colono inglés que muere de un hipo implacable en mitad del océano Índico.

(...)

Sobre la otra suposición de que el cuento puede ser un género de práctica para emprender una novela, confieso que lo hice y no me fue mal para aprender a escribir El Otoño del Patriarca. Tenía la mente atascada en la fórmula tradicional de Cien Años de Soledad, en la que había trabajado sin levantar cabeza durante dos años. Todo lo que trataba de escribir me salía igual y no lograba evolucionar para un libro distinto. Sin embargo, el mundo del dictador eterno, resuelto y escrito con el estilo juicioso de los libros anteriores, habrían sido no menos de dos mil páginas de rollos indigestos e inútiles. Así que decidí buscar a cualquier riesgo una prosa comprimida que me sacara de la trampa académica para invitar al lector a una aventura nueva.

Creí haber encontrado la solución a través de una serie de apuntes e ideas de cuentos aplazados, que sometí sin el menor pudor a toda clase de arbitrariedades formales hasta encontrar la que buscaba para el nuevo libro. Son cuentos experimentales que trabajé más de un año y se publicaron después con vida propia en el libro de La Cándida Eréndira: Blacamán el bueno vendedor de milagros, El último viaje del buque fantasma, que es una sola frase sin más puntuación que las mínimas comas para respirar, y otros que no pasaron el examen y duermen el sueño de los justos en el cajón de la basura. Así encontré el embrión de El Otoño, que es una ensalada rusa de experimentos copiados de otros escritores malos o buenos del siglo pasado. Frases que habrían exigido decenas de páginas están resueltas en dos o tres para decir lo mismo, saltando matones, mediante la violación consciente de los códigos parsimoniosos y la gramática dictatorial de las academias.

El libro, de salida, fue un desastre comercial. Muchos lectores fieles de Cien Años se sintieron defraudados y pretendían que el librero les devolviera la plata. Para colmo de peras en el olmo la edición española se desbarataba en las manos por un defecto de fábrica, y un amigo me consoló con un buen chiste: "Leí el otoño hoja por hoja". Muchos persistieron en la lectura, otros la lograron a medias y con el tiempo quedaron suficientes cautivos para que no me diera pena seguir en el oficio. Hoy es mi libro más escudriñado en universidades de diversos países, y las nuevas generaciones pueden leerlo como si fuera el crepúsculo de un Tarzán de doscientos años. Si alguien protesta y lo tira por la ventana es porque no le gusta pero no porque no lo entienda. Y a veces, por fortuna, no ha faltado alguien que lo recoja del suelo.

"El analfabetismo funcional" por Arturo Uslar Pietri

Hace poco, las autoridades educacionales de los Estados Unidos lanzaron una increíble

e importante noticia sobre la que no se puede pasar a la ligera y que tiene mucha

significación para el porvenir de nuestra civilización. La insólita noticia informaba

escuetamente que la mitad de la población de Estados Unidos, estaba compuesta

de analfabetos funcionales. Un analfabeto funcional es un ser que ha recibido en la

escuela la enseñanza normal de la lectura y la escritura pero que en su vida ordinaria

la usa muy poco, la maneja insuficiente y torpemente y no depende de ella para lo

esencial de su información y comunicación. Prácticamente no lee libros, es poco y

limitado su acceso a los periódicos, y experimenta dificultades insalvables para poner por

escrito un pensamiento o un concepto. Los hombres de la ilustración creían firmemente

que la enseñanza de la lectura y la escritura era el instrumento fundamental para lograr la

transformación de la sociedad.

Danton afirmaba que, después del pan, la instrucción era la primera necesidad del pueblo.

Esta concepción ha estado en la base misma de todos los programas de progreso y

transformación social que el mundo ha conocido en los dos últimos siglos.

Leer y escribir son dos operaciones mentales extraordinariamente complejas y difíciles

en su esencia, mucho más allá de los simples mecanismos que la escuela enseña.

Nombrar, como decía Wibbgenstein, es nada menos que la tentativa de poner en términos

lingüísticos un universo no-lingüístico. Cada nombre es el símbolo más o menos

caprichoso que le ponemos a una cosa o una acción, de las que nunca llegamos a tener

una noción cabal. Escribir es traducir a esos símbolos los complejos mecanismos

mentales del conocimiento, y leer es tratar de regresar de aquellos símbolos al

conocimiento que los inspiró.

No hay operación más compleja y atrevida en todos los intrincados mecanismos del

conocimiento humano. De esto, precisamente, han tenido angustiosa noción los

grandes poetas creadores. "¿Que hay en un nombre?", se preguntaba Shakespeare,

en la tentativa desesperada de comprender. Y, mucho más tarde, otro gran poeta,

Rimbaud, llegó a decir con rabia y desesperación: si los débiles de mente se pusieran

a reflexionar sobre la letra A, podrían volverse locos.

Lo que está en juego en el fondo de todo esto es el destino de la escritura y la lectura

en una civilización fundamental y crecientemente visual y auditivo como la nuestra.

La inmensa y proliferante red de los medios de comunicación audiovisuales,

particularmente la radio y la televisión, produce una verdadera inundación de mensajes

visibles y audibles que cubre y penetra no solamente todas las formas de la vida social,

sino la mente de cada uno de los individuos.

Hasta hace apenas un siglo, fuera de la palabra viva en la conversación directa, no había

otro medio de comunicación que el de la escritura. Era por medio de ella que se podía

acceder a la información en todos sus niveles, desde los sucesos cercanos y lejanos hasta

la ciencia. El inmenso crecimiento de los medios audiovisuales ha cambiado y sigue

cambiando velozmente esta situación.

No desaparecerá la escritura, la ciencia continuara transmitiéndose por escrito

en los libros y en las revistas especializadas para un público restringido. El perfil de

los lectores de periódicos reveló que la inmensa mayoría de ellos se interesa sólo

por los sucesos, los deportes, los escándalos, y, de manera muy marginal, por la

reflexión seria y discusión de ideas.

Tal vez nos estemos acercando a un tiempo en el que van a coexistir, con creciente

incomunicación entre ellos, los medios audiovisuales con los escritos, y los destinados

fundamentalmente a fines distintos con los de los libros y textos de la ciencia y la

creación. Podría ser, en cierta forma, el regreso a una nueva Edad Media y una vuelta de

los bárbaro

La educación sexual de los adolescentes

Por Cecilia Guzmán
Por El Universal – GDA
Tomado de El Nuevo Día

La educación de la sexualidad es una necesidad que aún no logra cubrirse con calidad y efectividad en la mayoría de las aulas, principalmente en los niveles básicos, medio y superior de la enseñanza.

La falta de información respecto a este tema acarrea consecuencias en diferentes ámbitos, como: infecciones de transmisión sexual, embarazos no deseados en adolescentes, abortos, angustia, depresión, miedo, inseguridad, baja autoestima, violencia intrafamiliar, explotación económica e incluso la muerte.

Siendo estas consecuencias manifestadas en jóvenes de nuestra sociedad, resulta interesante el análisis de conductas actuales de este sector de la población y de sus padres, quienes conviven y, en el mejor de los casos, se responsabilizan de los jóvenes en materia de sexualidad.

¿Porqué decir sí a la educación sexual? ¿Para qué informar a los jóvenes de un tema del que la mayoría de la gente no quiere hablar? ¿Qué será mejor? ¿Informar verazmente o mantener y perpetuar los mitos, la curiosidad y las creencias populares al respecto?

¿Qué es mejor? Que los amigos y personas que rodean a los jóvenes transmitan sus conocimientos aprendidos o que se les otorgue el conocimiento de forma organizada, sistematizada y fundamentada científicamente en las escuelas.

“El saber siempre será mejor que la ignorancia”, responde una madre de familia que participó de la encuesta.

En este estudio se encontró que el 95% de los encuestados aceptó la educación de la sexualidad en la escuela y solamente el 5%, no.

“La educación como protección”, contestaron los padres de familia frecuentemente, al preguntarles por qué aceptarían que sus hijos e hijas fueran educados en sexualidad. También, la mayoría de los padres y madres de familia reconocen su incapacidad y limitación en el campo de la sexualidad y desearían que se hicieran cargo de esta educación profesionales preparados.

Ya hay profesionales que hacen una especialidad o posgrado en sexología justo para abordar temas de sexualidad de forma científica y responsable. Padres y madres de familia dicen sí a la educación sexual, ¿Qué pasa con sus hijos e hijas?

Los jóvenes tienen una vida sexual riesgosa y no planeada. La ciencia ha creado métodos que disminuyen de manera considerable las infecciones de transmisión sexual y los embarazos no deseados. El condón es su principal expositor. Aunque, como podemos observar, no es utilizado de forma generalizada por los jóvenes, quienes inician y seguirán ejerciendo su vida sexual activa a partir de edades tempranas.

Los jóvenes está llenos de preguntas, dudas e inquietudes y buscan respuesta en amigos, en fuentes no profesionales. Su acceso limitado a los métodos anticonceptivos ha hecho que se reconozca que la educación sexual es una necesidad impostergable. Pues, disminuir los riesgos que corren en estas prácticas poco seguras es responsabilidad de familiares, docentes y profesionales del área de la salud, quienes no debemos seguir aplazando la educación de calidad en sexualidad.

Hay consecuencias fatales para la vida, en muchos casos, si no brindamos la información adecuada a nuestros jóvenes. No vale la pena evitar el acercamiento a los métodos anticonceptivos. No estamos diciendo “tienes que usarlo en este momento”. Estamos informando que hay herramientas y métodos al alcance de la mano para prevenir consecuencias mortales como el SIDA.

El objetivo es que los jóvenes, en caso de que decidan ejercer su vida sexual, lo hagan preparados, que lo hagan con el menor de los riesgos, ya que no es posible pretender que sean seres asexuales. Sí es posible proteger y disminuir los riesgos del ejercicio de la sexualidad.

Más información significa más herramientas en la toma de decisiones. Los profesionales relacionados con los jóvenes tenemos la obligación de brindar conocimientos científicamente respaldados, los cuales distan mucho de infundir miedo o prejuicios.

Debemos acercar a nuestros jóvenes temas de su interés que impacten de forma positiva sus vidas, que puedan ayudarlos discernir, conocer y obtener información confiable, cálida, respetuosa y tolerante, acorde a sus necesidades individuales.

PAUTAS PARA UTILIZAR LENGUAJE DE GÉNERO:

Por Dr. José Pérez Adán, colaboración de Dra. Alicia Ocampo Jiménez

(Minerva.Observatorio de Género www.observatoriominerva.gob.mx)

La lengua castellana tiene 6 géneros: femenino, masculino, neutro, común, epiceno y ambiguo. Los sexismos se aprecian cuando se identifica lo universal con el género masculino, de tal manera que cuando se hace referencia a realidades humanas que aluden a los dos primeros géneros mencionados, se utilizan palabras, sustantivos y artículos masculinos (V.g. “Los empresarios de México”).

El epiceno se refiere a los sustantivos animados que con un solo género gramatical pueden ser masculinos o femeninos, por ejemplo: bebé, lince, pantera, víctima. En este caso no hace falta usar merluzo, balleno, hormigo, rato ni mosco, como tampoco mosquita, ratona, lagarta, tiburona o escorpiona para designar animales hembra o macho de esas especies. Sin embargo, cuando sea pertinente, habrá que decir: empresaria, ministra, marinera, jueza, bombera, cirujana, amo de casa, niñero, etc.

Las siguientes expresiones son incorrectas gramaticalmente de momento, aunque algunas empiecen a no serlo políticamente: miembra, testiga, taxisto, ciclisto, ebanisto, juristo, solisto, especialisto, turisto, azafato.

Para utilizar un lenguaje de género que supere las expresiones sexistas, se ofrecen a continuación algunos ejemplos de sustitución entre las palabras o frases más frecuentes:

Expresión no sexista:

En lugar de:

Ser humano o persona

Hombre

La sociedad/la humanidad/ vivía

El hombre vivía en ciudades

La comunidad escolar

“Padres y alumnos”

Estudiantes

Alumnos

El personal médico

Los médicos

Doctor, doctora

Médico

Las personas mayores

Los ancianos

Las personas niñas y las personas adultas

Niños y adultos

La niñez

Los niños

La adolescencia

Los adolescentes

La juventud

Los jóvenes

El electorado

Los electores o los votantes

La descendencia

Los descendientes

Asesoría

Los asesores

Jefatura

Los jefes

El profesorado

Los profesores

La dirección

Los directores

Autoría

El autor o los autores

Autora

Autor (cuando es mujer)

Recluta o militar

Soldado

La asociación

Los socios

La membresía

Los miembros

La clientela

Los clientes

Alguien

Uno, alguno

Quien sepa

El que sepa

Quienes

Aquellos que

Los grupos nómadas

Los nómadas

Se recomienda que

Se recomienda a los usuarios que

“El trabajo en la familia”

“Cargas familiares”

“Compartir las tareas del hogar”

“Ayudar en casa”