Tiene que haber un momento preciso
del día cuando toman la decisión. Quizás amanecidos una noche, al despuntar el alba
miran al cielo y ven a Venus alineado a la Luna y al ir bajando su mirada
verticalmente y enfrente a su casa, los cristales del auto rotos a pedradas.
Ven mas allá: toda la fila de carros con las ventanas rotas; miran mas aun y se
topan con el horizonte de la urbanización tan nueva que prometía en anuncios a
colores tranquilidad y seguridad para toda la familia bajo un nombre
bilingüe de cache y ambigüedad, atributos que tanto nutren a los
puertorriqueños: ¿Úcares Heights? ¿Alturas de Reinita Hills? ¿En
cuanto me salió el pronto de esta casa? ¿Cuanto tiempo pasará antes de que me
den un aumento para ampliar la marquesina y poder poner los dos carros adentro?
¿Cuantos años faltan para que la nena me pida el carro y vuelva un día de
madrugada justo cuando la ganga de manduletes rompe-carros este merodeando el
vecindario y...? y debe ser un día, al amanecer, que toman la decisión de irse
del país, todos esos hombres y mujeres que ahora no se llaman exiliados como
los del siglo pasado, ni emigrantes
como los de principios de siglo, ni tomateros
como los de los años '50 y '60, sino "Cerebros".
Cerebros; esa
gran masa encefálica que como nube nuclear se desplaza lenta y constantemente
hacia el extranjero; esos sesos con patitas que se suben a diario a
los aviones rumbo a otra vida: doctores a Dallas, profesoras a Boston, maestros
a Rutgers, pintores a San Francisco, trabajadores sociales a Nueva York,
enfermeras a Chicago, arquitectos a Miami, investigadores
a Washington, sociólogas a México, ingenieros a Arabia Saudita, todos
profesionales, porque “Cerebro” es aquí sinónimo de un graduado
universitario o una experiencia profesional y abarca lo mismo policías,
sicólogos, recién graduados que treintoncitos, y todos, a falta del tren de la
ausencia, se montan en el avión del recuerdo.
Todos tienen algo
roto, por eso se van; si no es el cristal del carro, es el matrimonio.
Los Cerebros se mudan por muchas razones pero todas tienen que ver con la falta
de algo. Con el trabajo que no le dieron orque para mala pata él pertenece
al partido que perdió; con la seguridad que no existe en la casa donde la
asaltaron a ella, tres veces ya; con la familia que no está porque al
divorciarse , ella se casó de nuevo y se llevó los nenes y él está solo en la
casa y además no quiere verle más la cara a ella. Entonces aparecen los
anuncios que tienen sueldos de cinco cifras, gorditas ellas, y las promesas de
n lugar donde no hay rotos ni en las calles.
Los cerebros entonces
empacan, cierran sus cuentas y se despiden. Siempre vuelan de día, porque
llevan muchas cosas consigo en los aviones: Siempre vuelan de dia, porque
llevan muchas cosas consigo en los aviones: libros, serigrafias, discos, fotos,
y una exageracion de ropa que no van a usar Allá porque en
los lugares templados a donde usualmente se desplazan los Cerebros, la gente no
se viste con tantos colorinches ni necesita, como los puertorriqueños, tener
ropa distinta para treinta dias seguidos.
Al llegar Allá, donde
sea, los Cerebros consiguen bonitas casas que no necesitan rejas; por sus
ventanas abiertas los pillos no entran pero las añoranzas salen. Cuando se
mudan a un apartamento echan de menos los balcones del tropico pero enseguida
aplastan esa nostalgia innecesaria porque se trata, despues de todo, de no
pensar en los espacios, sino en las especias y las especies, en el trabajo
reproductor de bienes; en la buena calidad de los hospitales donde
reproducirse, donde traer al mundo a sus pequeños herederos no es tan
traumático como en la isla. Porque los servicios
médicos de Allá siempre han de ser mejores que los de Acá, pero uno sabe eso sin haberse mudado. Lo dicen
las revistas, la prensa, los que van y vienen
Los que van y vienen son los
padres de los Cerebros: En cuanto un Cerebro esta instalado invita a su Mama a
que le visite. La Mamá llegará con sus bolsitas de café y harina de bacalaítos
y con el libro de cocina que el Cerebro le pidió, porque viviendo afuera, los
Cerebros deciden cocinar lo que jamas comieron aquí. Dependiendo de la edad, la
Mamá le nevara o Cocina criolla o Del fogón al microondas, pero de nada le
servirá al Cerebro, pues su Mama estará cocinando a diario las dos semanas que
le visite. Cuando regrese a la isla la Mamá contará a todo el barrio “lo
inmejorable” que es el estilo de vida del Cerebro, tan bien pagado que está,
viviendo en ese lugar de lo más bonito y tranquilo
Al cabo de unos años, los Cerebros
tratan de visitar la isla y llegan con cámaras de vídeo directo al Viejo San
Juan para enseñarles luego a los de Allá cómo es lo de Aquí. De pronto el conocimiento de los rasgos
arquitectónicos coloniales cobra una importancia desmedida en la
vida de los Cerebros y también las tradiciones y la música popular.
¿Popular? ¿La que se guarda en gente no se viste con tantos colorinches ni
necesita, como los discos o la que se baila? No hacen distinción, toda la compran
en CDes si la hay, y compran ron para llevarse, ellos que prefieren el vodka o
la ginebra, compran ron para enseñar Allá qué es lo que producimos Aquí.
Entonces, por primera vez, el santo y seña de ser isla, tropical y caribeña
empieza a calar en la conciencia histórica de los Cerebros. La noche
antes de irse la preguntan al hermano menor si él está estudiando sobre Puerto Rico
y le pontifican sobre nuestra herencia cultural y el hermano no entiende qué
rayos le pasa al Cerebro, el hermano tiene ya en la mirada el deseo de esa casa
sin rejas, de ese apartamento sin balcón, callado y solitario, limpio y seguro
donde el Cerebro pasa sus noches Allá donde
pagan bien. No importa que allá también asalten, o maten o
desmembren. Allá se paga bien.
Allá donde pagan bien uno tiene que acostumbrarse a que las cosas son
diferentes. Allá nadie llega de visita de pronto, no hay fiesta espontanea
posible. Allá los profesionales son muy educados y llaman antes de atreverse a
presentarse en tu casa. "Allá yo conozco como seis parejas de amigos míos,
todos en el área de Maryland y ¿tu sabes cual es el pasatiempo favorito
de ellos? , dice uno de Acá, “reunirse una vez al mes a habla Puerto Rico. Eso,
con Washington ahí, con el National Gallery, con el Smithsonian, con todos esos
cines, y ellos que si la política, que si El Yunque,
viendo videos de aquí”.
Los Cerebros Allá empiezan a demarcar sus etnias
y toman
conciencia de quienes son aunque no quieran saberlo. Pero eso
no impide que puedan acostumbrarse Allá, o que llegue a gustarle su nueva vida,
no, a todo se acostumbra uno y después de todo, uno se fue buscando una vida
mejor, un aire de ciudad grande, un respiro de comunidad chica y eso, al menos,
lo logro. Lo que sucede es que Acá uno se pregunta a cada momento, “¿y si yo me
fuera?".
Porque los Cerebros se están yendo. A veces los vienen a reclutar un mes
antes de la graduación; a veces se les cita por cientos a entrevistas en un
hotel grande de la capital; a veces ven desplegado en el colegio el anuncio de
un lugar desconocido en el mapa donde el salario le permitiría a uno
tener además de la casa en la urbanización, una en la playa, y uno acepta
enseguida ese trabajo, aunque entonces, viviendo Allá, ¿como ir a la casita de
la playa?, nos preguntamos los que estamos Acá. Aún no nos hemos ido los
que vivimos Acá, pero estamos haciendo turno en la fila de las ilusiones
cada vez que nos rompen los cristales de los Carros. Estamos listos pero
dudamos porque, después de todo, uno tiene aquí… ¿Que, que tiene uno aquí?
¿Esto es una cárcel? ¿Por eso será que los titulares dicen "Fuga de
Cerebros", no dicen "ida" o "viaje" sino fuga, lo que
presupone encierro y augura libertad?
¿Uno se queda encerrado, o mas bien enmarado, porque el mar establece el
lindero geográfico que aísla y encierra? No, eso era antes, ahora con cualquier
avión, uno da el salto. Entonces, ¿porque uno se queda? Si Allá es
mejor y … Bueno, porque alguien tiene que cuidar a los papás, eso, ellos ya
están mayores y no se van a acostumbrar por Allá. Además, alguien, pues, tiene
que echar para adelante el negocio; montar un negocio en otro sitio es difícil
y mira, mi hermana esta estudiando Derecho y yo la estoy ayudando y cuando se
gradúe ella quiere trabajar con el Gobierno, ella tiene esos ideales
de los jóvenes de ayudar al país... Yo, yo lo he hablado con los nenes y con mi
esposa; Allá me ofrecieron un salario bien bueno para empezar, y con beneficios
marginales tremendos, los nenes están locos por ver la nieve pero yo empece
este grupo de estudio con unos amigos, pensamos hacer una investigación sobre
la preservación de los manglares; quizás cuando terminemos en un par de
años...
Todas1as razones tienen puntos suspensivos, todas las razones tienen forma definible,
todas tienen un trasunto de emoción que no permite razonar lógicamente porque
no se van todos los Cerebros de Puerto Rico, por qué no emigran todas las
enfermeras mal pagadas de una vez, todos los policías maltratados para siempre,
todos los profesores de literatura desconocidos en este país y preciados en el
de Allá, todas las trabajadoras sociales frustradas con la burocracia y
humilladas por jefes incompetentes, toda la gente de letras, de números, de
cifras y computadoras, de estetoscopios y de tamices. Porque todos estos
Cerebros
también han visto la Luna alineada a Venus, amanecidos,
pensando alguna noche, y alboreando junto a otro ida han mirado un azul
tenue e impenetrable y un amarillo brillante y antiguo empujar la oscuridad y
anunciar otro ida nuestro, y han visto los cristales de su auto roto y
antes de pensar "esto es el colmo , hoy mismo lleno la solicitud"
algo les ha impulsado a sentir "maldito sea, yo que hoy iba a ir mas tarde
al trabajo, ahora voy a tener que estar en el taller de Tato en cuanto abra
para que me arregle ese cristal" Y han tenido un latido fuerte de
rabia e impotencia por la vida que vivimos ahora , vida que no augura nada
seguro a pesar de los títulos, de las profesiones, de las urbanizaciones más
remotas y ese latido sale al unísono de todas las casas, un son amelcochado con
olor a café, un ritmo acompasado que anuncia que somos todos individuales
Cerebros, pero que todos somos un solo Corazón, el Corazón que se queda.
Este es el que sale todas las mañanas en medio del tapón y sueña con que
si volviera el Rey de España pintarían los edificios públicos, y si celebraran
las Olimpiadas arreglarían las carreteras. El Corazón que se queda esta harto
de los estudiantes maleantes en su escuela pero esta tan orgulloso del puñado
de muchachos que ganaron el premio de la Feria Científica que vuelve todos los
años a esa trapo de escuela aunque no tenga ni permanencia. El Corazón que se
queda tiene dañado el aire acondicionado del carro pero con los chavos del
part-time no lo va a arreglar, no, le va a comprar al nene un Nintendo para su
cumpleaños. Tiene que hacer una segunda hipoteca a la casa pero así podrá
comprar el terrenito en la falda del Yunque para cuando se retire o para cuando
venga su hermano, el Cerebro, de Allá.
El Corazón traga duro casi todos los días; trata de no mirar la portada del
diario sensacionalista pero sus ojos no pueden evitar las grandes letras rojas
que gritan: Asesinado, Baleado, Víctima, Muerte; entra al supermercado y sus
ojos no pueden sino brotar de las cuencas al ver como han subido los precios de
semana en semana, como cada vez ponen mas tomates blanditos y mas lechugas
podridas las grandes, magnificas y poderosas cadenas de supermercados y uno,
que remedio; llega a la casa y encuentra que el teléfono no funciona pero al
menos no se han llevado el agua estos días; sale al patiecito y ve que el perro
del vecino escarbo en la reata y lo que iban a ser flores son tallos mordidos;
mira el cielo del atardecer y ve que por primera vez el palo de limón tiene
frutos y recuerda que en su casa, cuando chico, había un palo de limón ¿O era
en la casa de la abuela? Y esa noche cuando llama al Cerebro Allá, lo primero
que le dice el Corazón es que el palito ya va a dar limones.
Para que los limones y otros árboles den frutos, a veces se les hace una
encerrona. Si no acaban de florecer, se les tapa; se les ahoga toda posibilidad
de sol y luz y aire y ellos, enloquecidos, creen, sienten -porque se sabe que
sienten en lo mas intimo de sus células- que van a morir, y en un ultimo empuje
de vida, echan flor, para reproducirse como Dios manda; entonces los destapan,
y viven para dar frutos.
El Corazón que se queda también ha creído
a veces que se va a morir, también ha estado a punto de apagar la vida e irse,
pero luego, al escuchar su propio latido, ha mirado dentro de sí y ha visto las
minúsculas flores que auguran que de alguna manera todavía hay frutos que dar,
dulces o agrios, qué importa; el año en la cual le toca ser anfitrión del
Cerebro que viene.
Los
Cerebros que se van regresan en Navidades con los regalos más hermosos que
compraron a descuento en unas tiendas de fábula que solo ellos conocen Allá; el
Corazón que se queda les espera con un ron cañita de bienvenida, hecho por un
jíbaro que solo él conoce, Acá. Los Cerebros tienen muy desarrolladas las
piernas porque están siguiendo un régimen de salud y con ellas caminan y corren
hacia el progreso. El Corazón tiene muy desarrollados los brazos para
abrazar a los Cerebros que tanta falta le hacen, que seguro tuvieron que irse,
que están bien Allá, y quizás estarían mejor Acá, pero que quién sabe.
Juntos
de nuevo, el Corazón y el Cerebro irán por los de las costas a comer de la
manteca que nos une, caminarán por las calles del Viejo San Juan tomando
fotos que sus nietos encontrarán años después en alguna gaveta y comentaran a
viva voz sobre la política y la sociedad de su país mientras leen los diarios
llenos de noticias sobre los legisladores, los bailes de beneficencia y los artistas
del momento.
Entonces, luego de
los pasteles y el lechón y del brindis del Bohemio, el Corazón llevará al
Cerebro al aeropuerto y después de
pasar la maquina de Rayos X que no permite que uno lleve alimañas
Allá en las frutas y plantas (no importa cuantas alimañas vengan de Allá para
Acá en Primera y en turista) le echará en el bolso de mano una lata de
café donde irán escondidos docena de limones "para que seas el primero en probarlos”,
le dará un abrazo que dure todo el año y le prometerá que irá a verlo, sin
falta, este año, sí. Mientras el Cerebro se acomoda en su asiento y se pone el
cinturón de seguridad, el Corazón enfilará rumbo al trabajo que quizás debería
dejar y buscarse algún otro pero que total, da para sobrevivir y además
si uno nació para Corazón, aquí se planta y aunque en algún momento se haya
ido, de verdad o en ilusiones, a fuerza tuvo que regresar. El irse como Cerebro
no remedió el vacío. El quedarse como Corazón quizás no le permite llegar. Pero
uno sigue, en el tapón, en el calor – el mes entrante hago un préstamo y
arreglo el aire. El Cerebro ya
se eleva sobre la isla, saca la cámara y hace una ultima toma panorámica
antes de ponerse a preparar el informe que tiene que dar mañana en el trabajo;
el Corazón entra en el túnel de Minillas, oye las bocinas, hace un gesto de
resignación, busca bajo el asiento un cassette de Lucecita, lo pone y rompe a
cantar con ella: "Que te parece Cholito, que te van a desterrar, como
si la ausencia fuera, remedio para mi mal..."