La Habana, 30 may. 13. AmecoPress/SEMlac.- Encontrar
en los medios de comunicación masiva representaciones sexistas y
discriminatorias de las mujeres resulta cotidiano, aun cuando constituyen uno
de los tipos más frecuentes de maltrato hacia la mitad femenina.
Con ello estuvieron de acuerdo el 93, 62 por ciento de
las personas participantes en un sondeo en línea promovido por el sitio Género
y Comunicación de SEMlac, desde finales de octubre de 2012 hasta marzo de 2013,
con la pregunta: ¿es violencia de género la imagen sexista de las mujeres que
reproducen los medios?
La mayoría de quienes votaron dijo proceder de otro
país, pues solo 38,3 por ciento declaró ser de Cuba. El 85,11 por ciento del
total fueron mujeres, quienes representaron el 91 por ciento de las respuestas
afirmativas.
Todas las negaciones correspondieron a hombres. No
obstante, el 57 por ciento de ellos eligió la opción positiva.
El papel de los medios de comunicación como
transmisores de la ideología machista y patriarcal es una de las principales
preocupaciones del feminismo contemporáneo.
Si tenemos en cuenta el rol determinante que ejercen
los discursos mediáticos en la formación de representaciones sociales,
imaginarios y estados de opinión pública, la permanencia de una imagen
cosificada de las mujeres minimiza y lesiona, a nivel simbólico, la integridad
femenina.
Tanto en los nuevos soportes de Internet y las redes
sociales como en los tradicionales espacios de radio, televisión, prensa
impresa o publicidad, se perpetúan prejuicios y estereotipos de género.
La doctora en ciencias de la Comunicación Isabel Moya
Richard define la violencia simbólica hacia la mujer como "la reproducción
en los medios de comunicación masiva, y en general, en las industrias
culturales de un discurso sexista, patriarcal, misógino que descansa en
prejuicios y estereotipos para presentar la realidad y los procesos sociales en
todos los ámbitos: el productivo y el reproductivo, el público y el privado, la
base de la estructura económica y la superestructura sociocultural".
En su artículo "Del silencio al show
mediático", publicado en la revista digital La Jiribilla, la periodista
especifica la manera en que se utilizan herramientas y mecanismos expresivos
para presentar a las mujeres asociadas a roles, juicios de valor, concepciones
y teorías que "naturalizan" su subordinación.
Tanto la reducción del ser femenino a su cuerpo, la
estandarización de la belleza según un canon occidentalizado y poco saludable,
la presencia como objetos sexuales, la ausencia de mujeres empoderadas en los
medios, la victimización e invisibilización de sus conflictos, figuran entre
las manifestaciones frecuentes de esta violencia mediática.
También el maltrato machista se evidencia "cuando
las mujeres del Sur son tratadas con enfoques folcloristas o xenófobos; cuando
se culpabiliza el amor entre mujeres; se confinan los llamados ’asuntos de
mujeres’ solo a determinadas secciones de periódicos o noticiarios; cuando la
letra de una canción grita a los cuatro vientos que ’la castiguen’; cuando la
protagonista de una serie para adolescentes solo vive para su ’físico perfecto’
y la vemos multiplicadas en muñecas, camisetas y vasos desechables",
abunda Moya en el texto citado.
El sexismo mediático puede considerarse una de las más
cotidianas expresiones de la violencia de género debido a la hegemonía actual
de los medios de comunicación pública, pero permanece naturalizado y existen
pocas formas de regularlo.
La República de Argentina es pionera en este sentido,
pues las leyes de Violencia de Género y de Medios, aprobadas en 2009 y
reglamentadas en 2010, incluyen la violencia simbólica y mediática entre los
tipos sancionados.
En la primera norma, la violencia mediática se
describe como "aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes
estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de
manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes,
injurie, difame, o discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de
las mujeres".
La norma prosigue: "así también la utilización de
mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando
la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de
la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres".
Varios medios y empresas publicitarias han sido
denunciados y sancionados en ese país gracias a esas normativas.
Según opina la periodista argentina Sandra Chaher en
su artículo "Avanza el control sobre la violencia mediática", esta
figura jurídica está incluida en algunas leyes de violencia de otros países del
continente, pero ninguno tuvo el desarrollo que logró en Argentina.
"En muchas naciones que cuentan con leyes de violencia de segunda
generación, no se logró incluir el articulado de violencia mediática debido a
la resistencia de los medios de comunicación que cuestionan la regulación de
los contenidos sexistas como un ataque a la libertad de expresión",
explica la directora de la agencia Comunicar Igualdad.
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