Ya las gentes murmuran
que yo soy tu enemiga
porque dicen que en
verso doy al mundo mi yo.
Mienten, Julia de
Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis
versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje
y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se
tiende entre las dos.
Tú eres fria muñeca de
mentira social,
y yo, viril destello
de la humana verdad.
Tú, miel de cortesana
hipocresías; yo no;
que en todos mis
poemas desnudo el corazón.
Tú eres como tu mundo,
egoísta;
yo no; que en todo me
lo juego a ser lo que soy yo.
Tú eres sólo la grave
señora señorona; yo no,
yo soy la vida, la
fuerza, la mujer.
Tú eres de tu marido,
de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de
todos, porque a todos, a
todos en mi limpio
sentir y en mi pensar me doy.
Tú te rizas el pelo y
te pintas; yo no;
a mí me riza el
viento, a mí me pinta el sol.
Tú eres dama casera,
resignada, sumisa,
atada a los prejuicios
de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante
corriendo desbocado
olfateando horizontes
de justicia de Dios.
Tú en ti misma no
mandas;
a ti todos te mandan;
en ti mandan tu esposo, tus
padres, tus parientes,
el cura, el modista,
el teatro, el casino,
el auto,
las alhajas, el
banquete, el champán, el cielo
y el infierno, y el
que dirán social.
En mí no, que en mí
manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento;
quien manda en mí soy yo.
Tú, flor de
aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes
todo y a todos se
lo debes, mientras que
yo, mi nada a nadie se la debo.
Tú, clavada al
estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la
cifra del divisor
social somos el duelo
a muerte que se acerca fatal.
Cuando las multitudes
corran alborotadas
dejando atrás cenizas
de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de
las siete virtudes,
tras los siete
pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra
todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de
ellas con la tea en la mano.
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